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Análisis Tyranny

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Obsidian es una de esas desarrolladoras que cuentan con un número de fans bastante elevado, una de esas empresas que provoca alegría con el mero hecho de anunciar que trabaja en un nuevo proyecto. Sin embargo, este equipo ha pasado por malos momentos, llegando casi a la quiebra tras el desarrollo de Fallout New Vegas. Lograron salvar los muebles recurriendo al núcleo de su género predilecto, el RPG. A través de Kickstarter consiguieron sacar adelante un título que les ayudara a recuperar la posición que merecen en la industria, y vaya si lo hicieron. Pillars of Eternity fue un éxito rotundo, un RPG de corte clásico con un público muy concreto, pero no escaso.

Ahora, la compañía pretende repetir este éxito con Tyranny, un nuevo juego de rol clásico que nos pone no en el lugar del héroe, sino del villano. Un nuevo título orientado a quienes no aborrezcan la lectura y quieran dar más respuestas que espadazos. ¿Conseguirán igualar la brillantez de Pillars of Eternity? Acompañadnos en este análisis para descubrirlo.

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De héroe a villano

Tyranny es un juego que se presenta a sí mismo como un RPG de corte clásico sin demasiada innovación sobre el modelo que estamos acostumbrados a ver en juegos de este tipo; excepto en la situación en la que nos pone. Obsidian le ha dado la vuelta a la tortilla y para esta ocasión no nos ha dado el papel de héroe, sino todo lo contrario, seremos el antagonista de la función. Tyranny se ambienta en un mundo dominado casi al completo por el malvado Kyros, para el cual servimos como uno de sus forjadestinos. Somos una de las personas de más poder en este reino del terror, tan solo por debajo en la escala jerárquica de los Arcontes (seres inmortales de gran poder) y el propio Kyros. Con esto por delante, debemos ayudar a nuestro señor a conquistar la zona que aún se resiste al dominio de este terrible imperio en el que el mal ya le ha ganado la partida al bien.

En este aspecto, Tyranny es un juego magistral. Consigue ubicarnos en una posición más que interesante desde la que poder observar lo que ocurre en los centros de mando (pues tenemos un alto rango dentro de la organización de Kyros), ofreciéndonos así un buen número de tramas que mezclan política, celos y disputas personales entre diferentes mandatarios, que pueden desembocar en auténticas guerras civiles. Pero, por otro lado, ser un forjadestinos nos da la oportunidad de meternos en el campo de batalla, viendo desde dentro cómo avanza la guerra, cuáles son los problemas a los que se enfrentan los soldados y, sobre todo, mostrándonos el potencial de nuestro personaje, quien posee poderes que en un comienzo desconoce.

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La historia de Tyranny está bien presentada, bien desarrollada y perfectamente adecuada a todo lo que el juego transmite, existiendo subtramas y misiones secundarias por todos lados (ni siquiera la historia principal es unidireccional). Sin embargo, todo esto se va al traste cuando esperas que el juego te dé la gran sorpresa, y la sorpresa es que se acaba súbitamente, acelerando acontecimientos de forma desorbitada. Tyranny es como uno de esos libros lentos que enganchan y te mantienen pegado durante horas para, tras un desarrollo de 500 páginas, plantear el final en tan solo 30 páginas.

A pesar de esta pega, lo que no se puede negar es que la historia sea variable. Tyranny es un juego de rol de verdad, uno en el que 20 líneas distintas de diálogo no conducen a una única solución. Aquí las decisiones cuentan, y eso queda claro desde el primer instante, por lo que es literalmente imposible ver todo el juego en una sola partida. Cuando comenzamos a configurar a nuestro personaje deberemos elegir, además de su apariencia, donde lo cierto es que no hay mucho entre lo que escoger, su pasado y sus habilidades. La "profesión" que escojamos, así como nuestro pasado, determinará las habilidades que tendremos y el trato que recibiremos de parte de determinadas facciones. Además, para completar el editor podemos participar en la Conquista de Kyrios (o podemos saltarla). Esto nos da la opción de tomar algunas decisiones en las batallas más importantes durante la campaña militar que nos lleva a la situación que plantea Tyranny, comenzando así a forjar alianzas y enemistades con algunas facciones. Desde luego, es un inicio lento en el que tendremos que leer y plantearnos bien las elecciones que hacemos, pues determinarán el rumbo de nuestro protagonista.

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Mucha letra y poca espada

Si el inicio a través de la Conquista de Kyrios es lento, es porque Tyranny nos avisa desde el principio: es un juego de rol clásico que tendremos que tomarnos con mucha calma si queremos disfrutar. La letra no escasea en la nueva obra de Obsidian y, como ya ocurriera en Pillars of Eternity, los diálogos interminables y las descripciones detalladas tanto del escenario como de la historia están a la orden del día. Pero lo mejor es que nunca llega a cansar (al menos en nuestro caso). Los personajes están muy bien construidos y las situaciones son tan interesantes que siempre querremos agotar las opciones de diálogo en cada una de las conversaciones; pues cada frase cuenta, aporta su granito de arena para que entendamos cómo funciona este universo, y resulta muy interesante.

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Por su parte, el sistema de progresión en el juego y las opciones que ofrece Tyranny a la hora de personalizar a nuestros protagonistas es increíble. Al subir de nivel adquiriremos puntos con los que mejorar las estadísticas que nos interesen, teniendo en cuenta el tipo de personaje que queremos crear (dedicado al combate cuerpo a cuerpo, al sigilo, al engaño, al robo, y un largo etcétera), así como desbloquear habilidades (divididas en diferentes árboles de habilidades) para usar en combate o fuera de él y que incluyen hechizos de diversos tipos, ataques especiales con las armas y, lo que más nos ha gustado, ataques conjuntos. Estos ataques solo pueden usarse una vez por combate y son extremadamente poderosos, a la par que espectaculares visualmente. Junto a todo esto tenemos sistemas para crear nuestros propios hechizos utilizando los grimorios que encontramos por el mundo y nuestras habilidades, y otro con el que enviar misivas, algo que será importante llegado cierto punto del juego.

En cuanto al sistema de combate, nos encontramos con algo muy parecido a lo visto en Pillars of Eternity. A la hora de jugar manejamos a un grupo de hasta 4 aventureros cuyas habilidades debemos coordinar para salir airosos de los enfrentamientos. Para hacer esta tarea más sencilla, podemos poner el juego en pausa en cualquier momento, organizar a nuestro equipo dando instrucciones individuales y poner en marcha de nuevo el tiempo para ver cómo resulta nuestra estrategia. En este sentido, el combate está más centrado en crear una buena estrategia y dominar las habilidades y tipos de daño de los personajes, que en la acción en sí, la cual escasea. Esto puede hacer pesado el juego a algunos, sobre todo porque muchos combates son de trámite y pueden llegar a alargarse más de la cuenta debido al tiempo de recarga de habilidades.

Otro aspecto en el que Tyranny destaca es en las posibilidades que ofrece a nivel de dificultad. Por un lado, podemos elegir el nivel de dificultad de forma clásica, es decir, decidiremos si queremos jugar con una IA enemiga avanzada y con ventajas, en igualdad de condiciones que los rivales o con ventajas abrumadoras a nuestro favor para disfrutar de una experiencia meramente narrativa. Pero, por otro lado y de forma totalmente independiente podemos eliminar las ayudas por completo del juego (nos indican qué habilidades es recomendable mejorar, adónde debemos dirigirnos y otros detalles importantes), además de existir un modo con una única ranura de guardado, la cual desaparece si morimos.

En definitiva, Tyranny es, jugablemente, un RPG que se sumerge en la época dorada de estos para traer de vuelta su núcleo. Nada de jugar con prisas o echar una partida de 15 minutos. Tyranny es un título hecho para aislarnos durante horas, para obsesionarnos con él y conseguir que se meta en nuestra cabeza.

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Apartado técnico

Visualmente, Tyranny no es uno de esos títulos que asombran por músculo, no requerirá un PC de 2000 € para jugar en las mejores condiciones; pero tampoco le hace falta. No necesita músculo porque le sobra carisma, personalidad y belleza. Obsidian ha creado un apartado visual asombroso combinando una estética cartoon (que permite recortar gastos al ser menos realista) con un apartado artístico de sobresaliente. Los diferentes escenarios son increíbles y logran hacer que la atmósfera sea muy lograda, transmitiendo exactamente la sensación que se quiere transmitir. A lo largo de nuestra aventura nos encontraremos con monumentos gloriosos y enormes, zonas asoladas por la destrucción o edificios extremadamente lujosos; todos ellos con su belleza particular.

Y por si esto era poco, tenemos una banda sonora que acompaña perfectamente. No solo es buena, sino que en cada momento toma el rol que le corresponde. Es capaz de destacar y resultar épica cuando tiene que hacerlo, mientras que logra simplemente estar de fondo y aportar más a la atmósfera del juego cuando la situación lo requiere. Los efectos de sonido, por su parte, también son bastante buenos y de nuevo logran meternos más en el juego.

En cuanto a fallos y bugs, lo cierto es que tratándose de un juego tan grande con un mapeado enorme y cientos de opciones, sería de esperar que se colaran algunos de estos pequeños errores que suelen solucionarse a lo largo de los meses poslanzamiento con parches. Sin embargo, apenas nos hemos topado con bugs y eso es algo que se agradece mucho, ya que el juego se nota pulido y tiene un rendimiento muy bueno. Por desgracia, la nota negativa la ponen las pantallas de carga. Si bien una vez que estamos jugando todo va fluido y sin fallos, para lograr llegar a esa situación hay que armarse de paciencia. Las cargas de pantalla iniciales cada vez que entramos al juego son demenciales; y es que os hablamos de más de 6 minutos (medido con nuestro propio reloj). Dentro del juego apenas duran unos 20 segundos, pero es muy molesto que para comenzar haya que esperar tal cantidad de tiempo.

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Conclusiones

Sin dilatarnos más, podemos resumir Tyranny como lo que el propio estudio responsable lo define: un RPG clásico, con todos los pros y contras que esto conlleva. Lo nuevo de Obsidian llega cargado de personalidad proponiendo una historia muy diferente que comienza estupendamente bien pero que se diluye en su final. A nivel jugable, como ya hemos comentado, es un título con un público muy especial, y poco tiene que ver este rol con el rol moderno de The Elder Scrolls o The Witcher. Tyranny se basa más en leer que es pegar espadazos, y por ello ofrece auténticas alternativas para cada uno de los problemas que encontramos, sin obligarnos a pelear ni matar a todo el mundo si no deseamos hacerlo.

Con un sistema de combate muy complejo que puede llegar a resultar pesado y la necesidad de invertir un buen montón de horas para aprender bien cómo funcionan todas las mecánicas y poder sacarle provecho a lo que el juego propone, Tyranny es una obra difícil de digerir para estómagos no experimentados en el género. Sin embargo, si sois de los que se comen los RPGs clásicos de un bocado, no lo dudéis dos veces. Con sus fallos y aciertos, Obsidian vuelve a poner sobre la mesa un juego imprescindible para los amantes del rol, uno de los mejores juegos del género de este año sin ninguna duda.

Redactado por:

Videojuerguista, lector y cinéfilo desde que tengo uso de razón. Hablo de videojuegos, cine, series o lo que me dejen. Incondicional del RPG clásico, lo indie y el wéstern. Me gustan los números y puedes encontrarme con una raqueta en la mano.